Todos los fines de año me gusta tomarme un ratico para mí, para echar la vista atrás y disfrutar de los éxitos, aprender de los fracasos y revivir los grandes momentos. Suele ser un ejercicio que me deja buen sabor de boca. Pero este año no, este año la sensación que tengo es de desilusión…
Estoy desilusionado con nuestra clase política (la nueva, la vieja, la de aquí y la de allí) que no han sabido estar a la altura de las circunstancias
Estoy desilusionado con esta Europa antisolidaria que no es capaz de reaccionar ante una crisis tan importante como la de los refugiados
Estoy desilusionado (y preocupado) con los grandes acontecimientos de este 2016: el inmovilismo político, el Brexit, Trump, atentados, la masacre de Siria…
Me desilusiona la pasividad de nuestra sociedad que asiste a todos estos acontecimientos asustada, impasible, volviendo la mirada y con miedo a reaccionar olvidando el poder que tiene para cambiar las cosas
Pero sobretodo estoy desilusionado conmigo mismo, porque he sido uno más del rebaño y me he contagiado del cuñadismo, demagogia y pesimismo de bar que nos rodea y me he dejado llevar y no he actuado.
Así que tengo ganas de que termine este año y empiece el 2017, para cambiar el chip. Sé que es algo psicológico pero lo necesito. Necesito resetearme, volver a creer que es posible cambiar las cosas, volver a activarme. Necesito convertir esta desilusión en esperanza e ilusión.
A nivel profesional espero seguir evolucionando, volver a leer un libro cada mes, a aprender un lenguaje de programación nuevo, seguir con las comunidades y quién sabe, igual hasta aprendo inglés de verdad.
A nivel familiar espero no tener que visitar tantos hospitales y cementerios como este año. Espero seguir luchando y disfrutando de buenos momentos juntos y seguir demostrándonos lo que nos queremos.
Pero sobre todo, a nivel social espero poder encontrar un proyecto que me permita actuar y aportar mi granito de arena para que esto cambie.